
Vivo muy cerca de la Plaza de Toros (sin comentarios por favor, a los foráneos no nos produce risa esa parte de la ironía gaditana). Recibí el fax de la federación el sábado tarde encomendándome una vez más la tortura de asistir a vuestra pachanga dominical, más aburrida que el suplemento del mismo nombre. Si el pasado domingo no estuve muy fino en mi trabajo fue debido al poco descanso que tuve, pues un grupo de padres jartibles tuvieron la feliz ocurrencia de celebrar una verbena junto a mi casa. No os voy a contar nada sobre chiquilicuatre ni la versión de King Africa de Paquito el chocolatero. El año que viene pa ver-venas hacerme el favor de iros de madrugada por cortadura que ellos sólos se acercan. Para colmo el que hacía los filetitos y choricitos criollos, crio yo que faltó al partido por intoxicación del gas butano de la plancha. Al salir de casa el domingo por la mañana el tal Francescoli, media punta habitual del equipo blanco, seguía con la sartén por el mango, haciéndole a las monjas unas tortitas con nata.
ADJUNTO MI COMENTARIO SEMANAL.